No Excuses

13.7.07

Sweet emotion

Después de correr con pies de niños, cinco minutos antes de que clavaran las siete (fecha tope en el parque de diversiones), allí se plantaron los cuatro treintañeros: en la puerta del mismísimo “INFIERNO”.

- Esto debe ser una pavada -canchereó Sol.

- Vamos a ver... no debe ser tan malo -respondió Juan.

Una vez atravesado el umbral, afloraron risitas nerviosas. La oscuridad oscilaba entre media y absoluta; y en proporción a esta variación reían ellos, aferrados -en filita- a la ropa de quien estuviera al alcance, mientras revivían alguna porción de infancia no del todo abandonada.

- Dale, boludo, pasá, ¿qué estas esperando?

- ¿Por qué no pasas vos primero man, si sos tan piola? Ejejejeje

- Aia, aiaaaaa....no veo nadaa!

- Jijijiji

- Jaaaaaajaaaaaaaaajaaaaaaa....

Fue en ese microclima donde estalló el grito abruptamente agudo de quien había precaratulado la experiencia como “pavada”, luego de trastabillar ante el “monstruo iluminado” que se le agazapó encima. A esta exclamación le siguió una ininterrumpida cadena de carcajadas y murmullos que, momentos más tarde, se verían reflejados en una extraña pero agradable tensión estomacal.

¿Habrán latido con más potencia aquellos cuatro tibios corazones?
¿Habrán viajado, al menos superficialmente, por algún tipo de dimensión atemporal?
¿Habrán olvidado, durante largos minutos, los problemas, fastidios, prejuicios, especulaciones e injusticias del mundo real?

Ojalá que sí.