Cuando se le antoja, el pequeño toma la sillita de plástico rojo heredada de su primo, la ubica justo enfrente de la porción de biblioteca que le ocupó a su madre, se trepa sobre la misma hasta llegar al estante medular del mueble, mira –uno por uno- los lomos de sus cuentos, y elige. A veces uno, a veces dos. O tres. Algunos, los más endebles, los toma con una sola mano; otros, de dimensiones que casi superan su propia talla, los abraza con ímpetu para luego tomar envión hasta arribar al espacio predilecto de lectura y juegos.
Suele optar por desparramarse en el piso, panza abajo, con el material abierto al libre albedrío. Observa y examina de un lado a otro la misma página cuando le atrae particularmente. Y, de a poco, se le va esfumando el mundo que lo rodea...
Es entonces cuando su madre daría el alma por perderse en el viaje imaginario y misterioso que irradian los ojos color otoño de su pequeño, más inocentes que nunca.
4 Comments:
Hola. Qué edad tiene el mostrito...?
A veces pienso que es imperdonable que no me ocupe un poco más de hacerle leer al más grande, y de leerle al más chico de mis sobrinos, seducidos -nosotros, los tres- por las pelotas y las playstations. Aunque supongo que hay tiempo para todo, no? (que se ocupe la madre!! jaja).
Saludo
No recuerda acaso cuando a Ud. le sucedía lo mismo?
Hola, Señor K. La personita tiene 3 años, y una asombrosa pasión tanto por los libros como por los Power Rangers. Una cosa no debe quitar a la otra, pero facilitarle el alcance a ambas está bueno! Así van eligiendo por sí solos...
Cuti: lo recuerdo, claro. La biblioteca que tenían -y que aún tienen- mis padres es omnipresente, y debe haber sido un gran estímulo. Hace poco encontré entre sus libros "El mago de Oz", mi preferido de la infancia. Fue impactante volver a ver esas imágenes después de 20 años...
Mejor eso antes de que abrace el televisor.
:)
Salutes
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