No Excuses

19.9.06

Era un campo, en la inmensidad de la noche. Era un cuerpecillo, en la inmensidad del campo y su noche.
Oír los grillos la tranquilizaba. Eran sus únicos aliados en aquel terreno minado de significado. Tierra casi virgen pero, ahora -con su presencia- cargada de densidad. Una densidad vacía; la densidad del todo y la nada al mismo tiempo. Se quedó quieta, esperando ese algo.

Su vasta cabellera disipaba el frío que, cómodamente, se había posado sobre sus hombros desnudos. ¿Alguien la había abandonado allí? ¿O se había automarginado, en un intento de mutilar rencores, desterrar fantasmas, enterrar esquemas y vomitar corazones?

Gotas de acero habían sido sus lágrimas. Hasta que la vida, en su incesante vacilar, la sentó de un empujón en el suelo, la toreó y la cuestionó por haberlas endurecido. Ella sabía. Sabía que tanta carga en un pecho tan diminuto ya era imposible de acarrear.

Hubo un día en que su madre la calificó, mediante un tibio poema, como un “un volcán adormecido”. Ese preciso renglón fue la fuente de calor que derritió las lágrimas de acero hasta entonces congeladas; fundiéndolas y cristalizándolas en el punto G de sus ojos.

Expiró al expulsarlas.

4 Comments:

Blogger Araña Patagonica said...

lindo.. tierno.. me llegó al corazón...

11:54 a. m.  
Blogger Chiara Boston said...

Hola! Nunca había pasado por aquí, pero gracias a tu visita, he dado con tu refugio.
Tu escrito tiene un valor universal. De una forma u otra, todos podemos identificarnos con su contenido. Lo grandioso es esa frase, ese gesto, ese renglón, esa mirada o ese momento que puede cambiarlo todo... El pequeño movimiento de una piedra que dispara la furia del volcán...y logra una mutación definitiva.

Me ha gustado mucho. Un beso

2:29 p. m.  
Blogger juanba said...

Fantástico.

Seguimos escribiendo!

Salutes

5:35 p. m.  
Blogger Unknown said...

Me encanto! Sin decir mas!
Me enctanto! Besoz!

6:44 p. m.  

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